Se estima que las empresas españolas pierden unos 400 millones de euros al año por productos que no logran vender en el mercado. Pero a este importe hay que sumarle el gasto adicional asociado a su almacenamiento y/o mantenimiento y, en última instancia, su eliminación.
En el entorno empresarial existe un principio fundamental que guía las acciones de todas las organizaciones, independientemente de su tamaño, sector o ubicación geográfica: vender.
Bien sean productos o servicios, el objetivo de vender es la fuerza impulsora que está detrás de toda la actividad empresarial y el medio a través del cual las empresas crean valor, generan ingresos, satisfacen las necesidades del cliente y se mantienen competitivas en un mercado en constante cambio.
La venta es, por tanto, el motor que impulsa el crecimiento y la sostenibilidad de una empresa. Sin embargo, la realidad es que no todas las empresas logran llevar a buen puerto este cometido por causas muy diversas.
Las que tienen peor suerte, se quedan por el camino y desaparecen. Otras, sin embargo, deben hacer frente a las pérdidas derivadas de los bienes que no consiguen ser vendidos. Te contamos cuáles son para que hagas números:
El coste de la fabricación
En este aspecto hay que incluir los costes directos como es la materia prima utilizada para la elaboración de esos productos, así como los costes indirectos asociados a la producción, como es el valor de la mano de obra, los costes energéticos o de transporte, etcétera.
El coste del almacenamiento o mantenimiento
Además del importe asociado a la producción, el almacenamiento de productos invendidos también conlleva gastos adicionales. Estos pueden incluir el alquiler del almacén, el gasto destinado al mantenimiento, los seguros, la vigilancia o los gastos administrativos asociados con la gestión del inventario.
El coste por la devaluación del producto
Fundamentalmente en el caso de la industria tecnológica o electrónica, los artículos que no se venden tienden a perder valor rápidamente debido al rápido avance de la tecnología y la obsolescencia. Con lo que, cuanto más tarde una empresa en vender un producto menos valor tendrá en el mercado.
Costes de marketing y promoción
Es habitual que las empresas utilicen todo tipo de técnicas para lograr dar salida a sus invendidos en el mercado, sin embargo, estas prácticas no están exentas de gastos. Estos pueden incluir descuentos, campañas publicitarias especiales o participación en eventos de liquidación, alquiler de outles, etcétera. Prácticas que, en cualquier caso, requieren recursos financieros adicionales.
Costes asociados a la destrucción
En algunos casos, cuando los productos no se pueden vender ni liquidar de ninguna otra manera, las empresas pueden incurrir en gastos adicionales asociados con su destrucción. Esto puede incluir el transporte y la eliminación adecuada de los productos, así como el cumplimiento de las regulaciones ambientales y de seguridad asociadas a su destrucción, como puede ser la obligatoriedad de reciclar.
Además, la destrucción de productos invendidos puede tener implicaciones legales y reputacionales para una empresa, como es el caso de productos contaminantes, lo cual la empresa puede enfrentarse a multas que pueden afectar negativamente a la imagen de la compañía.
No obstante, hay que tener en cuenta que la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, aprobada en abril de 2022, prohíbe la destrucción de excedentes no vendidos de productos no perecederos para conseguir una gestión eficiente de los recursos.
Una de las mejores alternativas que tienen las empresas para dar salida al exceso de stock es la donación. A través del Banco de Productos Acompartir, las empresas pueden donar sus excedentes (del tipo que sea) para ayudar a colectivos desfavorecidos. Acompartir se encarga de toda la logística asociada a la donación (recogida, almacenamiento y reparto) y garantiza que los productos lleguen exactamente a los colectivos que los necesiten en las cantidades que precisen.