Un champú con el etiquetado ilegible. Un detergente que ha cambiado de color. Un gel que ha variado el olor. Unos pañales que han tenido un cambio de marca. Una camiseta fuera de temporada. Un ordenador que ha quedado obsoleto. Lo que tienen en común todos estos artículos es que a pesar de que están en perfecto uso no pueden venderse. Y aquí es donde entra en juego la misión de Acompartir: hacer que los miles de productos que el mercado descarta encuentran una vida en manos de quienes más los necesitan.
Los productos que llegan a Acompartir tienen algo en común: son nuevos, útiles y necesarios, pero han quedado fuera del circuito comercial. Lo que los convierte en “excedente” no es su estado, sino las exigencias del mercado: embalajes rotos, devoluciones sin abrir, campañas caducadas o ligeros cambios de formato o de rebranding. Razones comerciales, no de calidad.
¿Qué ocurre con estos artículos? En lugar de acabar olvidados en un almacén o terminar como residuos, cada vez más empresas optan por donarlos a través de Acompartir, el banco de productos no alimentarios pionero en España que reescribe ese final. Gracias a su modelo de trabajo con empresas donantes, estos artículos pasan de ser considerados un problema logístico a convertirse en una solución social para ayudar a colectivos desfavorecidos.
¿Qué tipo de productos llegan a Acompartir?
Las donaciones abarcan una enorme variedad de productos; desde artículos de higiene personal -champús, geles, compresas, pañales- hasta productos de limpieza, ropa, calzado, juguetes, menaje del hogar, material escolar, productos tecnológicos o pequeños electrodomésticos, principalmente.
Pero hay más. Algunos de ellos inverosímiles, como limpia piscinas, ahuyenta palomas, motosierras, limpiadores de césped artificial, fertilizantes, insecticidas, maquillaje… Y, curiosamente, todos tienen salida, porque los productos que llegan a Acompartir son tan distintos como lo son los colectivos a los que se dirigen. De este modo, lo que estaba destinado al olvido o a la destrucción encuentra una utilidad concreta y valiosa gracias a Acompartir.
Pero el valor no solo repercute en quien lo recibe, también genera ventajas en quien lo da. Más allá de los beneficios fiscales, donar permite a las empresas optimizar su logística, liberar espacio de almacén y, sobre todo, alinear su actividad con valores de responsabilidad social y sostenibilidad. Porque donar, en lugar de destruir, también significa reducir residuos, evitar emisiones innecesarias y apostar por una economía más circular.
Si tu empresa dispone de productos de este tipo y está buscando una manera de gestionarlos con sentido, Acompartir es la respuesta. Porque ayudar no siempre significa producir más, a veces solo hace falta saber qué hacer con lo que ya tenemos.