Amanece, y millones de personas en España se preparan para un nuevo día de trabajo. Unas se enfrentan al frío del campo, otras al bullicio de la ciudad, y muchas más a largas jornadas en oficinas o tiendas. Pero detrás de esas rutinas aparentemente normales, hay una realidad que se oculta tras números y estadísticas: casi tres millones de trabajadores en España viven en situación de pobreza, lo que significa que no disponen del dinero suficiente para hacer frente a los gastos básicos del hogar. Tener un empleo ya no es garantía de estabilidad ni de una vida digna.
Según el último informe de Oxfam Intermón, el 13,7% de los trabajadores en España—es decir, cerca de tres millones de personas—está por debajo del umbral de la pobreza. Una cifra que cuestiona los pilares del sistema laboral y refleja las consecuencias de un modelo económico que, para muchos, no es sostenible.
El rostro de la pobreza laboral
La pobreza laboral no es homogénea; tiene caras, nombres y circunstancias distintas. Los sectores más afectados, según el informe, son la agricultura y el trabajo doméstico, donde tres de cada diez empleados viven en situación de pobreza a pesar de tener un empleo. Además, las personas migrantes afrontan una vulnerabilidad especialmente elevada, con una tasa de pobreza laboral del 29,5%.
Geográficamente, las diferencias también son marcadas. Comunidades como Andalucía lideran las tasas de pobreza laboral con un 19,4%, seguidas de Extremadura (17,2%) y Castilla – La Mancha (15,4 %). Estas regiones no solo concentran los niveles más altos de precariedad laboral, sino también una carencia mayor de políticas que puedan paliar esta situación estructural.
A esta desigualdad regional se suma un factor que asfixia aún más a los hogares en situación de pobreza: el coste de la vida. Según el informe, entre el 67% y el 79% de los ingresos de estos hogares se destina al pago de vivienda y suministros básicos, como la electricidad o el agua. Con tan poco margen, muchas familias deben tomar decisiones drásticas: más de la mitad renuncian a tratamientos médicos básicos como revisiones dentales o gafas por no poder permitírselos o tienen que elegir entre pagar el gas o el alquiler.
Acompartir: la solidaridad como alivio
En medio de esta crisis silenciosa, iniciativas como Acompartir se erigen como un apoyo fundamental para quienes sufren las consecuencias de la pobreza laboral. Este banco de productos no alimentarios recupera excedentes de empresas y los distribuye a organizaciones sociales que trabajan con comunidades vulnerables.
Acompartir entrega productos esenciales como ropa, artículos de higiene personal, electrodomésticos, menaje del hogar o material escolar, alivianando las cargas económicas de familias trabajadoras en situación de pobreza. Para quienes deben elegir entre pagar el alquiler o comprar productos básicos, esta ayuda no solo significa ahorro, sino también dignidad.
Además, el modelo de Acompartir fomenta la responsabilidad social empresarial, convirtiendo el excedente en un recurso que transforma vidas. En un contexto en el que la pobreza laboral parece invisible para muchos, estas acciones son un recordatorio de que la solidaridad puede ser una herramienta poderosa frente a la desigualdad.
Un futuro en el que nadie quede atrás
La pobreza laboral no debería ser una realidad aceptada en una sociedad desarrollada. Las cifras que hoy estremecen podrían reducirse si se combina el compromiso de las instituciones públicas con la solidaridad del sector privado y la sociedad civil. Acompartir es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando las empresas, las ONG y las personas trabajan juntas.
Mientras las reformas estructurales llegan, el trabajo de organizaciones como Acompartir sigue siendo imprescindible para construir un presente más humano y un futuro más justo. Porque trabajar no debería ser sinónimo de sobrevivir, sino de vivir con dignidad.