En un mundo donde la conciencia ambiental y la sostenibilidad son cada vez más importantes, dar una segunda vida a las cosas no solo es una necesidad apremiante, sino también, un movimiento que está transformando la forma en que consumimos y vivimos.
Tanto a nivel empresarial como particular, la economía circular emerge como un paradigma transformador (y necesario) que busca minimizar los residuos y maximizar el valor de los recursos. Por eso, dar una segunda oportunidad a los productos, bien nuevos o bien usados, es un imperativo al que ya nadie puede dar la espalda. Y no solo por conciencia, también por imperativo legal.
La Ley de Residuos y Suelos Contaminados, aprobada el año pasado, prohíbe la destrucción de excedentes no vendidos de productos no perecederos tales como textiles, juguetes y aparatos eléctricos, entre otros. En su lugar, propone la donación a entidades sin ánimo de lucro como alternativa a la donación.
Eso es precisamente lo que canalizan entidades como Acompartir, una iniciativa innovadora que busca cambiar la forma en la que las empresas gestionan los bienes y excedentes no alimentarios que ya no quieren (o que no llegan a tener una salida en el mercado), dándoles una segunda oportunidad para llegar a quienes más los necesitan.
A través de esta entidad, los fabricantes pueden donar sus excedentes de stock en lugar de destruirlos. Pero, ¿qué ocurre cuando los productos ya han sido usados? La respuesta está en el mercado de la segunda mano, un negocio que ha experimentado un auge sin precedentes en la economía actual en los últimos años.
Las compras de artículos usados no solo son una tendencia en alza, sino que, además se han convertido en un negocio próspero con importantes beneficios económicos y medioambientales.
Uno de los factores clave que ha impulsado el negocio de la segunda mano es la creciente conciencia sobre la sostenibilidad. La reutilización de artículos disminuye la necesidad de fabricación de nuevos productos, lo que a su vez reduce la demanda de recursos naturales y minimiza la generación de recursos.
A continuación, te contamos varios ejemplos que son todo un referente en el mercado de las segundas oportunidades.
Vender antes que tirar
Pensar en el negocio de la segunda mano es pensar directamente en Wallapop. Desde su fundación en 2013 hasta ahora, la plataforma ha dado una segunda oportunidad a 640 millones de productos, desde electrodomésticos a libros, pasando por herramientas, instrumentos, juguetes, etcétera. Hoy en día, prácticamente cualquier artículo que imaginemos puede encontrarse en esta plataforma.
La empresa está valorada en 771 millones de euros y se acerca a la valoración unicornio (aquellas que alcanzan una valoración de 1.000 millones de dólares sin tener presencia en Bolsa), lo que es una buena prueba del boyante negocio que supone la compraventa de artículos de segunda mano.
El próspero negocio de la ropa usada
La moda rápida y el consumo excesivo de ropa sitúa al textil como uno de los sectores más contaminantes que existen. Cada año, este sector crea más de cien mil millones de prendas de vestir, sin embargo, el reciclaje de los residuos que produce no se realiza de una forma acompasada.
Sin ir más lejos, en España se tiran al año casi 1 millón de toneladas de residuos textiles, y tan sólo un 10-12% se reutiliza o recicla. En este contexto, extender la vida útil de las prendas de vestir se hace más que necesario para frenar este consumo desmedido.
Plataformas como Vinted o Percentil favorecen la economía circular en este segmento y se han convertido en todo un ejemplo de éxito en sus respectivos segmentos de mercado. En estas apps, las personas pueden comprar y vender ropa y calzado de segunda mano, a veces completamente nueva, permitiendo que las prendas sean utilizadas durante más tiempo antes de ser desechadas. Y las cifras demuestran que el negocio funciona. Según los últimos datos disponibles de Vinted, la plataforma contaba a finales del año pasado con una comunidad de 800 millones de usuarios registrados y presencia en 18 países.
Coches de buena mano
El auge del negocio de la segunda mano ha brindado oportunidades de emprendimiento a numerosas personas. Es el caso de Pablo Fernández y Carlos Rivera, cofundadores de Clicars, una compañía que vende por internet coches de segunda mano o, como reza su eslogan, coches de buena mano. El año pasado, la compañía, que forma parte de Aramis Group (Stellantis), facturó 382 millones de euros, un 53% más que el año 2021.
Combatir el desperdicio alimentario
Según la Organización de Naciones Unidas, cada año tiramos a la basura 1.300 millones de alimentos, una cifra que, cuando menos, sonroja, sobre todo si tenemos en cuenta que 800 millones de personas pasan hambre en el mundo.
Para acabar con esta lacra han surgido diversas iniciativas, una de las que más éxito han tenido es Too Good to Go. Se trata de una aplicación que reduce el desperdicio de alimentos al conectar a consumidores con restaurantes, supermercados o comercios alimentarios que generan excedentes de comida al final del día. Gracias a esta herramienta, los clientes pueden adquirir los alimentos perecederos que no han sido vendidos a un precio sustancialmente inferior antes de que se descarten. La comunidad cuenta con más de 75 millones de usuarios registrados y 134.000 establecimientos activos en 17 países.
Donar en lugar de destruir
Se trata de artículos nuevos procedentes de género invendido, fin de stocks o devoluciones que no vuelven a entrar de nuevo en el canal comercial y cuyo fin suele ser la destrucción.
Mientras tanto, alrededor de 12,3 millones de personas, un 26% de la población, se encontraban en 2022 en tasa AROPE (personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social). El banco de productos Acompartir busca equilibrar la balanza promoviendo la donación de productos no alimentarios nuevos a personas sin recursos, en lugar de destruirlos.
Aunque no se trate de un negocio de segunda mano, ya que los artículos son completamente nuevos y se encuentran en perfecto estado, sí que se trata de un proyecto que impulsa las segundas oportunidades.
El negocio de la segunda mano se ha convertido en un pilar de la economía moderna, donde la sostenibilidad y el emprendimiento convergen para crear un futuro más consciente, rentable y sostenible.